No tomes en cuenta la injusticia ni los elogios de los demás
¿Has visto de qué manera los insultaste, y nada te respondieron? ¡Cuántas cosas dijiste luego a su favor y tampoco contestaron...!
Un hermano fue a hablar con el anciano Macario de Egipto y le dijo, “Venerable, ¡enséñame cómo alcanzar la salvación!”. Y el anciano le respondió: “Vé al cementerio y pónte a insultar a los muertos”. Dicho y hecho. Fue el monje al cementerio y no sólo insultó a los que ahí reposaban, sino que incluso apedreó algunas tumbas. Luego, regresó a contárselo al anciano. Éste le interrogó “¿Y nadie te respondió?”. El monje dijo que no. Entonces dijo el anciano, “Vé mañana nuevamente al cementerio y en lugar de insultar, dedícate a elogiar a los difuntos”. La mañana siguiente el monje se dirigió al cementerio, donde no sólo empezó a exaltar a los reposados, sino que hasta los llamó “apóstoles, “santos” y “justos”. Luego, regresó a contárseo al anciano Macario. Éste le preguntó otra vez “¿Nadie te respondió?”. El monje respondió negativamente. Entonces el anciano le dijo: “¿Has visto de qué manera los insultaste, y nada te respondieron? ¡Cuántas cosas dijiste luego a su favor y tampoco contestaron! De la misma manera, tú, si quieres alcanzar la salvación, haz como los muertos, que no toman en cuenta ni la injusticia de los hombres, ni sus elogios. Sé como ellos para que puedas salvarte”.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 144)