Palabras de espiritualidad

¿Nos acordaremos de nuestra familia después de morir?

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

Si admitimos la ausencia de la memoria después de la muerte, ¿cómo podría aprender el alma a conocerse y a juzgarse?

La memoria es una fuerza, una característica del alma desde el nacimiento; luego, ¿cómo podría privársele al alma de esta propiedad después de la muerte? El recuerdo de la vida terrenal puede ofrecerle consuelo al alma o arrojarla al juicio de su propia conciencia. Si admitimos la ausencia de la memoria después de la muerte, ¿cómo podría aprender el alma a conocerse y a juzgarse? Estos son dos aspectos sin los cuales no nos podríamos representar la vida futura como una recompensa o un castigo por la vida terrenal.

Por eso, es imposible que nuestros compañeros en esta vida terrenal nos sean borrados de la memoria del alma. La parábola de Lázaro y el rico, junto con nuestra propia razón, nos demuestran que los difuntos se acuerdan de los vivos, porque el rico se acordó, en medio de esos terribles tormentos, de sus cinco hermanos y sus demás parientes. En consecuencia, podemos afirmar que los difuntos se acuerdan de nosotros, quienes pervivimos un tiempo más en este mundo.

(Traducido de: Părintele Mitrofan, Viața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă–Neamț, 2010, pp. 357-358)