Nos empecinamos y no nos arrepentimos
Nos obstinamos y no nos arrepentimos, aún reconociendo que Dios sabe lo que nos es de provecho, que Su justicia se extiende sobre todo el mundo y que nadie es castigado sin que Él así lo disponga.
Nos obstinamos y no nos arrepentimos, aún reconociendo que Dios sabe lo que nos es de provecho, que Su justicia se extiende sobre todo el mundo y que nadie es castigado sin que Él así lo disponga. Luego, si enfrentamos nuestras penas con la mencionada terquedad, cualquier aflicción que aparezca en nuestro camino nos provocará una profunda tristeza y nuestros pesares serán cada vez más frecuentes y dolorosos. Esto, hasta que alcancemos el verdarero conocimiento de nosotros mismos, nos humillemos y seamos conscientes de que hemos pecado. Pero si seguimos en nuestro empecinamiento hasta que, forzados por nuestras amarguras, confesamos finalmente nuestros pecados, tal confesión no nos será ya de ninguna utilidad, ya que habremos enfrentado todas las aflicciones y tentaciones sin el consuelo de la contrición.
(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul cel de Dumnezeu-insuflat, Despre ispite, întristări, dureri și răbdare, Editura Evanghelismos, p. 9-10)