Nuestra alma no tiene paz hasta que descansa en el Señor
Tú, Señor, exhortas al hombre a la alabanza, porque nos creaste para Ti, y nuestra alma no tiene paz mientras no encuentra descanso en Ti.
«¡Qué grande eres, Señor, el más digno de elogio, qué grande es Tu poder y qué infinita Tu sabiduría!».
El hombre quiere alabarte, cual ínfima parte de Tu creación, el mismo hombre que lleva de aquí para allá su estado de mortal y el testimonio de su pecado, así como la confesión de que Tú «te opones a los orgullosos». Y, sin embargo, deseas que el hombre te glorifique, esa pequeña parte de Tu creación.
Tú le exhortas a la alabanza, porque nos creaste para Ti, y nuestra alma no tiene paz mientras no encuentra descanso en Ti.
(Traducido de: Fericitul Augustin, Mărturisiri, traducere de Pr. Prof. Nicolae Barbu, în „Părinți și Scriitori Bisericești”, vol. 64, Editura Institutului Biblic și de Misiune al Bisericii Ortodoxe Române, Bucureşti, 1985, p. 63)