Nuestra madre, la Iglesia
Tal como los niños corren llenos de amor y confianza a los brazos de su mamá, recibiendo el consuelo esperado, así también los cristianos deben acudir con toda confianza y amor a los brazos de su madre espiritual, la Iglesia.
La Iglesia es la madre de los cristianos, porque los alumbra por segunda vez desde el agua y el Espíritu, los alimenta con la Palabra de Dios —que es el pan de los ángeles y de las almas cristianas—, los limpia del pecado con el Sacramento de la Contrición verdadera —acompañada de la Santa Confesión y la disposición de un canon adecuado—, seguido de la Comunión con los Divinos Misterios, después de prepararse correctamente.
De este modo, tal como los niños corren llenos de amor y confianza a los brazos de su mamá, recibiendo el consuelo esperado, así también los cristianos deben acudir con toda confianza y amor a los brazos de su madre espiritual, la Iglesia, para alimentarse, endulzarse y saciarse de las bondades celestiales, temporales y eternas. Como dice San Juan Crisóstomo, “La Iglesia es la madre de todos sus hijos fieles y devotos. A estos los acoge y también llama a su seno a los extraños. Quien no tenga a la Iglesia como madre, no podrá tener a Dios como Padre”.
(Traducido de: Protosinghelul Nicodim Măndiţă, Cum să ne purtăm în Sfânta Biserică, Editura Agapis, Bucureşti, 2006, p. 11)