Nuestros amigos que viven en los Cielos
Ellos son miembros del mismo cuerpo, la Iglesia de Cristo, a la cual también nosotros pertenecemos, aun siendo pecadores, y cuya Cabeza es nuestro Señor Jesucristo.
Tenemos que cultivar un vínculo, lo más estrecho posible, con aquellos que moran en los Cielos, es decir, los santos, los apóstoles, los mártires, los santos servidores del altar, los piadosos y los venerables, porque ellos son miembros del mismo cuerpo, la Iglesia de Cristo, a la cual también nosotros pertenecemos, aun siendo pecadores, y cuya Cabeza es nuestro Señor Jesucristo.
Esta es la razón por la cual debemos llamarlos en nuestras oraciones, para hablarles, agradecerles y exaltarlos. Los cristianos tienen que mantenerse en una permanente relación con los santos, si quieren crecer espiritualmente, porque los santos son nuestros amigos y guías hacia la salvación, quienes oran e interceden por nosotros.
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, 2005, p. 221)