Orar allí donde sintamos ese llamado
Sin importar la medida y la forma en que se manifieste ese llamado, nunca debemos dejarlo sin satisfacer, sino que debemos orar en el estado en el que nos encuentre tal impulso.
Después de acostumbrarnos a orar siguiendo nuestro libro de oraciones, debemos comenzar —poco a poco— a orar con nuestras propias palabras, de acuerdo a nuestras necesidades físicas o espirituales. Las necesidades espirituales, una vez se despiertan, nos dirigen a Dios. El llamado a dirigirnos a Dios tiene lugar algunas veces sin que nos lo exijan determinadas neccsidades, solamente por nuestra añoranza de Dios. Sin importar la medida y la forma en que se manifieste ese llamado, nunca debemos dejarlo sin satisfacer, sino que debemos orar en el estado en el que nos encuentre tal impulso: si estamos en nuestro trabajo, allí debemos orar; si estamos leyendo, aún leyendo debemos orar; si vamos caminando, también caminando debemos empezar a orar. Pero, desde luego, lo más deseable y provechoso sería detenernos en nuestro rincón de oracion y, tomando una postura adecuada, empezar a rezar.
(Traducido de: Sf. Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Ed. Egumenița, 2008, p. 95)