Orgullo o humildad: cada uno elige el camino a seguir
El hombre que alcanza la humildad de Cristo espera los reproches y acepta con alegría las reprimendas. Y, como era de suponerse, se entristece cuando alguien lo elogia.
El orgulloso les teme a los reproches, algo que no sucede con el humilde. Al contrario. el hombre que alcanza la humildad de Cristo espera los reproches y acepta con alegría las reprimendas. Y, como era de suponerse, se entristece cuando alguien lo elogia. Pero esto no es sino solamente el principio de la humildad. Cuando el alma conoce, por medio del Espíritu Santo, cuán manso y humilde es el Señor, se ve a sí misma más llena de faltas que todos los pecadores y se alegra cuando tiene que estar entre la basura y vestida con harapos, como Job, mientras ve cómo los demás refulgen a la luz del Espíritu Santo y cómo se asemejan a Cristo. Que nuestro misericordioso Señor nos conceda a todos gustar la humildad de Cristo, que es completamente inenarrable, para que nuestras almas no busquen nada más y vivan eternamente en la humildad, el amor y la mansedumbre. En lo personal, siento compasión por aquellos que infelizmente no conocen a a Dios. Se sienten orgullosos porque pueden volar, pero eso no tiene nada de asombroso: también las aves vuelan y glorifican a Dios. Pero el hombre, criatura de Dios, se aparta de su Creador. Hermano, piensa en esto: ¿cómo te presentarás ante Dios en el Día de Su estremecedor Juicio? ¿A dónde huirás, en dónde te esconcerás del Rostro de Dios? Le pido mucho a Dios que todos podamos salvarnos y gozarnos eternamente de la felicidad celestial, con los ángeles y los santos. Por eso, hermanos, les suplico: arrepiéntanse y háganse humildes, alegren al Señor que nos espera a todos con añoranza y misericordia.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2011, p. 91)