Que los malos pensamientos se vayan inmediatamente de nuestra mente, porque, si permitimos que se queden, nos terminarán quemando cual carbones encendidos en nuestras manos.

Cuando los demás te ofendan y te acusen, alégrate, porque estás pagando tus pecados.

Cuando alguien te ofende, es porque probablemente también tú lo hiciste alguna vez. Así, estás pagando tu falta.

Los inmorales y los blasfemos atraen los proyectiles del enemigo hacia sí mismos, como utilizando un potente imán; por eso, son los primeros que mueren en la guerra. Por su parte, los que son buenos y virtuosos sienten las balas pasando a su lado, sin causarles daño alguno.

Si respetas el vínculo con tu padre espiritual y haces lo que él te pide, no tienes por qué preocuparte, que todo irá bien en tu vida.

Dios ayuda cuando humanamente no se puede hacer nada.

Si el hombre peca involuntariamente, la muerte le hallará en arrepentimiento. Si, por el contrario, se consuela prometiéndose arrepentirse cuando llegue a la vejez, no podrá hacerlo, porque la muerte vendrá inesperadamente a llevárselo.

Es necesario vencer a cada instante nuestro egoísmo.

(Traducido de. Nikolaos A. Zournatzoglou, Mărturii ale închinătorilor. Cuviosul Paisie Aghioritul, volumul al II-lea, Editura Egumeniţa, pp. 91-92)