Creemos que en su conciencia poco a poco se va aclarando y en ustedes se encarna el ideal no sólo del hombre bueno, sino también del verdadero servidor de la Iglesia, que es el propósito de ustedes. Llénense de devoción por la gloria de Dios, por el bien de la Iglesia y la patria, para librar a nuestro pueblo de los vicios y los crímenes que hoy lo llevan a la perdición y lo alejan de la armonía.

Injerten en su corazón la convicción de que solamente en el progreso moral del pueblo y en su bienestar radica la fuente de gozo para el pastor de la Iglesia, y la única certeza del bienestar y la felicidad propia. Eso sí, para esto necesitarán de mucha paciencia, abnegación y amor, y no solamente de simples pensamientos sobre el mejoramiento de la vida cotidiana.  (Ambrosio Kliuchearev, Arzobispo de Harcov)

(Viaţa de familie, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2009, p. 73)