Palabras de espiritualidad

Palabras sobre la felicidad, del Padre Arsenie Papacioc

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Nunca hay alguien en vano junto a tí; dale algo, no de lo que tienes, sino de lo que eres.

Amados hijos de Dios,

1. El Buen Dios nos creó solo, para Él, no para el maligno o los vicios. Y lo hizo desde un amor infinito.

2. Debemos demostrar también nosotros el amor, sea directamente, sea amando a nuestros semejantes y la creación entera.

3. Nunca hay alguien en vano junto a tí; dale algo, no de lo que tienes, sino de lo que eres.

4. Por su gran Encarnación, Cristo nos dio más de lo que Adán nos hizo perder: la deificación por medio de la gracia y la capacidad de perdonar, haciéndonos valer lo que vale Él (como hombre). Él se hizo uno de nosotros y ahora nosotros somos uno con Él.

5. Es muy doloroso perder el tiempo, ese que es tan valioso para Dios, entrando en una dulce indiferencia

6.¡Despiértate, hermano! Pregúntate quien nos hizo y para qué nos hizo; seguramente, para que estuviéramos junto a Él en la infinta y eterna felicidad, junto a la Madre del Señor, cual ángeles.

7. La Madre del Señor es un mundo nuevo. Lo que puede Dios con su poder, lo puede también la Madre del Señor con su oración. Y estoy convencido que Ella se enoja con esos que no le piden nada.

8. Perdonen sin demora. El perdón es más grande que la ofensa que creemos que nos han hecho, porque el amor de Dios es más grande que el odio y la satánica enemistad.

9. Amemos a nuestros hermanos. Ya no queda tiempo para nada más. No juzguen a los demás con mal corazón; tomen al menos una bocanada de aire cristiano y guarden en sus corazones una refrescante alegría; esta podrá reemplazar la indiferencia espiritual que haya en Ustedes, para que puedan permanecer cerca del corazón de nuestro Señor Jesucristo, Quien lanzó fuego a la tierra y dijo: “No deseo otra cosa, sino que mantengan la llama encendida con perseverancia y que entiendan que el hombre no es un lobo, sino es dios para el hombre“.

10. Para que puedan respirar el aire de los ángeles, permanezcan en una inmutable presencia cristiana, que es más agradable a Dios que cualquier común y pretencioso sacrificio.

11. Intenten llegar al origen, siguiendo una sóla dirección: Jesucristo.

12. ¡Vamos, alégrense!