Para aprender a enfrentar el dolor
El hombre no le ha temido tanto a la enfermedad y a la muerte, como cuando no le teme a Dios. La base de todo es tener una actitud correcta.
Cuando el hombre no enfrenta espiritualmente el sufrimiento, puede llegar a convertirse en un ser salvaje. Pero, cuando sí lo hace, se tranquiliza y se llena del consuelo divino. Con esto, la enfermedad se convierte en motivo de gozo, porque el hombre entiende que podrá asemejarse a los mártires. Los Santos Mártires se olvidaban del sufrimiento, justamente porque su amor a Cristo era más grande que cualquier dolor.
Cuando alguien que va a ser operado te pide que ores por él, hazlo desde el mismo momento en que te lo pide. No esperes a que llegue el día y la ora de la operación para empezar a orar. El enfermo no hace bien si le pide a Dios recuperarse él solo, en vez de pedir por todos los demás que padecen.
El hombre no le ha temido tanto a la enfermedad y a la muerte, como cuando no le teme a Dios. La base de todo es tener una actitud correcta, y decir: “¡Así es como Dios me quiere ahora, porque hace unos años me quería de otra forma!”. ¡Hagamos nuestro el más profundo sentido de la vida!
Cuidemos nuestra salud, porque nuestro Buen Dios también nos dejó los médicos y los medicamentos, y no tenemos que permanecer indiferentes ante esto. El mejor medicamento contra el dolor consiste en cantar mientras oramos. El ayuno es el mejor médico.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Mica Filocalie, Editura Egumenița, 2009, pp. 84-85)