Para “despertar” nuestro espíritu
A ese “calor” le sigue un estado espiritual de alegría, esperanza y añoranza de la oración. Cuando esto sucede, dejas el libro en su lugar y simplemente empiezas a orar, porque el santo que encendió tu corazón te toma de la mano y te conduce en las palabras de tus plegarias, orando contigo.
Una forma de “despertar” en lo espiritual consiste en tener cerca a alguien que viva en el espíritu. Por ejemplo, mi santo protector. Sé que tengo a San Nicolás, porque él vive en el Espíritu Santo, y le pido: “¡San Nicolás, ora por mí!”. O leo su himno acatisto. También tengo a San Siluano. Cuando leo algún de San Siluano, esas palabras se repiten en mi mente, mientras yo las pronuncio. Así, mi mente se concentra en lo que el santo quiere decirme. Es como cambiar de ruta, apartándote de la carretera que lleva al infierno, para entrar a la del Espíritu Santo. Y esas palabras, estando tan impregnadas del Espíritu Santo, hacen que yo me aferre más a Él y que viva en Él...
Hay situaciones en las que no podemos orar, aun estando en casa, porque nos resulta difícil concentrarnos. En esos momentos, pidamos el auxilio de nuestros santos. Gracias a Dios, tenemos un sinnúmero de libros con la vida y obras de nuestros santos, libros que rebosan el Espíritu Santo, de tal forma que cada uno puede encontrar el medicamento necesario para su edad y su situación particular. Es bueno tener, en nuestro rinconcito de oración, algunos libros de esos que nos calientan el corazón. Y veremos que a ese “calor” le sigue un estado espiritual de alegría, esperanza y añoranza de la oración. Cuando esto sucede, dejas el libro en su lugar y simplemente empiezas a orar, porque el santo que encendió tu corazón te toma de la mano y te conduce en las palabras de tus plegarias, orando contigo. Y entonces el Señor te llena de Su paz y Su gozo.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 27-28)