Palabras de espiritualidad

Para entender el sentido de la oración por toda la humanidad

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

No podemos ser personas sino unidos con Dios, según la imagen del Señor Jesucristo, el Dios-Hombre. Cristo es Dios y Hombre, Dios por naturaleza, mientras que el hombre deviene en dios por la Gracia, por el don de Dios.

Si no hay unidad en la humanidad, ¿qué sentido cristiano tiene la oración escatológica de San Siluano por la humanidad entera?

—En primer lugar, quiero contarles cómo fue que San Siluano recibió el don de la oración por toda la humanidad. Después de quince años de sacrificio y de lucha en contra de las pasiones (hallándose en el Santo Monte Athos), nuestro Señor se le apareció en una visión, durante la Divina Liturgia, en la iglesia. Como relata él mismo, en ese momento sintió llenarse del Espíritu Santo, totalmente, en cuerpo y alma. Y entró en un estado espiritual de resurrección, un estado pascual. Así, sumergido en tal estado fue que empezó a orar por todos.

Podemos pensar que el don de la oración por todos los hombres le fue otorgado por Dios en aquel estado pascual. Y es completamente cierto que la humanidad conforma una unidad esencial. Se puede decir que el hombre fue creado según la imagen de Dios-Trinidad. ¿Qué significa “Trinidad”? Un solo Dios, en tres Personas. Luego, la humanidad, “una”, existe en una multitud de personas. Pero, en el estado de caída del hombre, ya no se trata de una unidad de personas, sino de una división de individuos. Sí, somos una “explosión” de individuos. En nuestro estado de caída, no somos personas en comunión. Y podríamos decir que el propósito de la vida cristiana es el de hacernos personas, es decir, mantenernos todo el tiempo en comunión con Dios y con la humanidad entera. Lo que realiza esa unidad es el amorPor eso fue que nuestro Señor Jesucristo nos dio dos mandamientos: el del amor a Dios y el del amor al prójimo. Y, como explica el stárets Siluano, amar al prójimo como a ti mismo no indica la medida en que debemos amar a nuestro semejante, sino el hecho de que debemos amarlo como a nuestra propia vida.

En el Paraíso, en el Reino de Dios, cada persona vive la totalidad de la humanidad, tal como cada Persona de la Santísima Trinidad vive la totalidad del ser divino. Y, solamente en ese momento, esta humanidad dispersa en individuos deviene en una unidad de personas.

Uno de los aspectos más profundos de la Ortodoxia es la noción de persona. Esto es lo que distingue al cristianismo de las demás religiones y, en especial, a la Ortodoxia de las otras confesiones cristianas. ¿Por qué? Porque la teología ortodoxa ha conservado, en toda su pureza, la noción de persona, en tanto que la teología occidental, desde la Edad Media, ha enfatizado la esencia (como ser) común, en detrimiento de la persona. No podemos ser personas sino unidos con Dios, según la imagen del Señor Jesucristo, el Dios-Hombre. Cristo es Dios y Hombre, Dios por naturaleza, mientras que el hombre deviene en dios por la Gracia, por el don de Dios.

(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a patra, Editura Anastasia, 2004, pp. 165-167)