Para que tu oración no falle en su intento de llegar a Dios
Si no estás atento a las palabras que pronuncias, si tu corazón no las siente, o si tu vida no tiene la misma dirección que tu oración, ninguna de tus plegarias llegará hasta Dios.
Si la oración que deseas elevar a Dios, en primer lugar, no es importante y significativa para ti mismo, no se la podrás presentar al Señor. Si no estás atento a las palabras que pronuncias, si tu corazón no las siente, o si tu vida no tiene la misma dirección que tu oración, ninguna de tus plegarias llegará hasta Dios.
Por eso, lo primero que tienes que hacer es, como dije antes, encontrar una oración que puedas pronunciar con toda tu mente, con todo tu corazón y con toda tu voluntad. Una oración que no necesariamente sea un gran ejemplo de sutilidad litúrgica, sino una que sea auténtica, una que no fracase en su intento de expresarse. Tienes que entender esa oración, con toda la riqueza y precisión que están contenidas en ella.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Școala rugăciunii, Editura Sophia, București, 2006, pp. 61-62)