Para una mujer atormentada por una tristeza profunda
Ten mucho cuidado, se trata de una peligrosa enfermedad del alma. Puede incluso llegar a matarla. La Iglesia considera tal nivel de tristeza como un pecado mortal, debido a que, de acuerdo a lo dicho por el apóstol, hay dos clases de tristeza: una tristeza por Dios, que conlleva el arrepentimiento redentor, y una tristeza terrenal, que trae la muerte.
Me escribes que te atormenta una tristeza invencible e inexplicable. Físicamente estás sana, en tu casa no falta nada, pero tu corazón es un desierto. De hecho, tu corazón está lleno, pero de una oscura tristeza. Asistes, forzada, a diversos lugares de distracción y espectáculos, pero todo eso no hace sino aumentar la tristeza que hay en tí.
Ten mucho cuidado, se trata de una peligrosa enfermedad del alma. Puede incluso llegar a matarla. La Iglesia considera tal nivel de tristeza como un pecado mortal, debido a que, de acuerdo a lo dicho por el apóstol, hay dos clases de tristeza: una tristeza por Dios, que conlleva el arrepentimiento redentor, y una tristeza terrenal, que trae la muerte. Lo que tienes tú, claramente, es el segundo tipo de tristeza.
La tristeza por Dios aparece cuando la persona se acuerda de sus pecados, se arrepiente y clama a Él. O cuando alguien se entristece por los pecados de otros. O cuando alguien cree fervientemente en Dios, y ve con tristeza cómo muchos dejan de creer. En estos casos, Dios transforma esa tristeza en felicidad. Así como Pablo describe a los apóstoles y a todos los verdaderos siervos de Dios, diciendo que son unos mustios felices. Y se alegran porque sienten el poder y la cercanía de Dios, recibiendo consuelo de parte Suya. Así dice también el Salmista: “Me he acordado de Dios y me he alegrado”..
La tristeza de los santos se asemeja a unas nubes a través de las cuales brilla un sol de consuelo; pero tu tristeza es semejante a un eclipse de sol. Debiste acumular demasiadas faltas y pecados pequeños, a los que seguramente consideraste faltos de importancia y no te arrepentiste de ellos ni los confesaste. Como un viejo enredo de telarañas, esos pecados se hicieron más y más densos alrededor de tu alma, convirtiéndose en nido para una tristeza profunda, que la fuerza del maligno mantiene con una perversa alegría en tí. Por todo esto, analiza tu vida entera, hazte un examen de consciencia profundo y cuéntalo todo cuando te confieses. Con la confesión lograrás limpiar y ventilar toda la casa de tu alma, dejando que entre en tí el aire fresco y sano del Espíritu de Dios. Después de esto, empieza con valentía a hacer todo lo que es bueno. Comienza, por ejemplo, practicando la piedad en nombre de Cristo. No lo olvides: en nombre de Cristo. Él verá y sentirá lo que haces, y pronto te enviará la alegría. Y te dará una alegría indescriptible, como sólo Él puede dar y a la que ninguna aflicción, ninguna pena o fuerza maligna puede oscurecer.
Lee el Salterio. Es un libro para almas afligidas, es el libro del consuelo. ¡Que Dios te envíe pronto esa felicidad!
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Suta de capete de la Liubostinia, Editura Sophia, 2009, pp. 36-38)