Para vencer nuestra lepra espiritual
Es normal que, cuando una pasión parece invencible para el alma, el maligno venga y se enseñoree ahí. Pero esto no es una justificación, porque el demonio huirá cuando, con el auxilio de Dios, obres tu conversión interior.
«Se le acercó un leproso, se postró ante Él y dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Y extendiendo Jesús la mano, le tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante quedó limpio de la lepra». Del mismo modo, la lepra espiritual, sin importar de qué clase sea, desaparece inmediatamente cuando el hombre se postra ante el Señor con fe, arrepentimiento y confesión. Desaparece realmente, y también lo hace cualquier poder que tenga sobre él. Pero ¿por qué la lepra vuelve aparecer algunas veces? Por la misma razón que reinciden muchas enfermedades físicas. Al que ha sanado de una enfermedad como esa, se le dice: “De ahora en adelante, no comerás esto, no beberás aquello, y no irás a tal lugar”. Si la persona no obedece, la enfermedad vuelve a brotar.
Lo mismo ocurre con la vida espiritual. Tienes que estar atento, velar, orar. Con esto, verás cómo la enfermedad del pecado no regresa a ti. Pero, si no estás atento a todo esto y sin discernimiento te permites ver, escuchar y decir cualquier cosa, ¿cómo esperas que el pecado no vuelva a aparecer con fuerza en ti? El Señor le ordenó al leproso que cumpliera con las disposiciones de rigor para su enfemedad. ¿Qué significa esto? Después de confesarte, tienes que cumplir con el canon que te imponga el sacerdote. En dicho canon subyace una gran fuerza para prevenir las enfermedades espirituales. Pero hay quienes dicen: “Me domina la inclinación al pecado… no puedo abstenerme”. Esto, porque su contrición y su confesión no fueron completas, o porque las medidas de prevención fueron demasiado débiles, o porque el hombre es indulgente consigo mismo: quiere hacer todo sin esforzarse, sin forzarse a sí mismo, y por eso es que el maligno se burla de él. Decídete a hacerle frente a todo esto hasta la muerte y demuéstralo con tus actos, y verás qué fuerza encierra esa determinación. Es normal que, cuando una pasión parece invencible para el alma, el maligno venga y se enseñoree ahí. Pero esto no es una justificación, porque el demonio huirá cuando, con el auxilio de Dios, obres tu conversión interior.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, p. 180)