Pensando en el Señor...
Si piensas en cualquiera de estas cosas, tu alma se llenará de una profunda devoción por Dios.
Pensar en lo divino es mantener la mente dirigida a los rasgos y obras de Dios, y a lo que nos obliga su conocimiento y nuestro vínculo con ello; es pensar en la bondad, el buen juicio, la sabiduría, la omnipresencia, la omnisciencia, la creación y la providencia de Dios; además, es pensar en la redención por medio de Cristo, en la Gracia y la Palabra de Dios, en los Sacramentos y en el Reino de los Cielos. Si piensas en cualquiera de estas cosas, tu alma se llenará de una profunda devoción por Dios.
Intenta pensar, por ejemplo, en la bondad de Dios. Entonces verás que estás rodeado por Sus misericordias, tanto con tu cuerpo como con tu alma. Y necesitarías ser de piedra para no postrarte ante Él con humilde gratitud. O piensa en Su omnipresencia, y entenderás que en todas partes te hallas ante Él y que Él siempre está ante ti. Y será imposible que no te llenes de un piadoso temor. O trata de pensar en Su omnisciencia, y te darás cuenta de que no hay nada tuyo que Él no conozca. Entonces te decidirás a examinar rigurosamente todos los movimientos de tu mente y tu corazón, para no ofender jamás al Dios que todo lo ve. O mejor piensa en Su justicia, y tendrás la certeza de que no hay nada malo que quede sin ser castigado. Así, indudablemente te decidirás a purificar todos tus pecados, por medio de la compunción del corazón y el arrepentimiento.
Así las cosas, cuando pienses en alguna de esas cualidades divinas, tu alma se llenará de una piadosa disposición ante Dios. Esta clase de pensamientos hace que todo tu ser se dirija a Dios; por eso, es el mejor medio para hacer que el alma se alce hacia Él. Y el mejor momento para ello es por la mañana, cuando el alma aún no se ha llenado de toda clase de impresiones y preocupaciones, es decir, al terminar de hacer nuestras oraciones matinales. Cuando termines de orar, siéntate, y, manteniendo tu mente santificada por la oración, ponte a pensar en alguna de las características y acciones de Dios…
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Știința rugăciunii, Editura Sophia, București, pp. 57-58