Pensar en nuestra propia muerte nos ayuda a vencer el orgullo
Cuando pienso en mi propia muerte, pisoteo mi orgullo y entiendo que no soy nada. Discierno, así, que la alegría, el honor y los deseos no son sino cosas vacías.
El anciano Daniel decía lo siguiente, hablando del recuerdo de la muerte: “Cuando pienso en mi propia muerte, pisoteo mi orgullo y entiendo que no soy nada. Discierno, así, que la alegría, el honor y los deseos no son sino cosas vacías y que solamente el conocimiento de mí mismo, el amor a mis semejantes y otros sentimientos semejantes me ayudarán al momento de mi partida. Pero, cuando se me olvida pensar en la muerte, la parte racional y la parte pasional de mi alma se llenan de ‘pensamientos’ extraños y contradictorios, y me convierto en objeto de las burlas de los demás hombres y de los demonios”.
(Traducido de: IPS Andrei Andreicuț, Cuvintele Bătrânilor, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 46)