¡Persevera siempre en la oración!
La insistente repetición de la oración traerá consigo el hábito, hasta hacerse algo natural, atrayendo, con el tiempo, a la mente y el corazón a un estado de devoción.
¡Amada alma de cristiano! Si no encuentras en ti la fuerza para postrarte en espíritu y verdad, si tu corazón no siente el gesto dulce y el calor que brotan al practicar la oración mental o interior, sacrifica en el altar de tu oración lo que puedas, lo que dependa de tu voluntad, lo que esté a tu alcance ofrendar. En primer lugar, acostumbra tu boca a la invocación abundante y permanente de las plegarias; ordénale a esa soez parte del cuerpo que llame tenazmente y sin detenerse el poderoso Nombre de Jesucristo. Nada de esto es dificil de cumplir. La insistente repetición de la oración traerá consigo el hábito, hasta hacerse algo natural, atrayendo, con el tiempo, a la mente y el corazón a un estado de devoción.
(Traducido de: Pelerinul rus, Ed. Bunavestire, Bacău, 2008, p.174)