Pide y se te dará
Dios quiere ayudar a los que sufren. Pero para que Él los ayude, alguien debe pedírselo
Dios quiere ayudar a aquellos que sufren. Pero, para ayudarlos, alguien debe pedírselo. Porque si Dios ayuda a alguien sin que nadie se lo pida, entonces el maligno protestará diciendo: “¿Por qué lo ayudas, forzando su libre albedrío? Es un pecador, por lo tanto, me pertenece”. En ésto puede verse la enorme nobleza espiritual de Dios, que ni al maligno da ocasión de protestar. Por eso, para que Dios intervenga, debemos pedírselo. Dios quiere actuar inmediatamente, si es por nuestro bien, y ayudar a sus criaturas de acuerdo a sus necesidades. Para cada persona Dios actúa de forma distinta, de la forma en que sea más util. Así, para que Dios y los Santos vengan en auxilio, es necesario que la misma persona así lo quiera y lo pida, de lo contrario, no intervendrán. Cristo le preguntó al paralítico “¿Quieres sanarte?”. Si el hombre no lo quiere, Dios respeta su libre elección. Si alguien no quiere ir al Cielo, Dios no lo lleva. Sólo cuando la persona ha sido dominada por la inconsciencia, es justificada para que reciba la Ayuda divina. De lo contrario, Dios no quiere intervenir. Cuando alguien pide Su ayuda, Dios y los Santos se la dan. Ni siquiera has terminado de parpadear cuando ya la has recibido. Algunas veces llega incluso antes, así de rápido está Dios a tu lado.
“Pidan y se les dará”, dice la Escritura. Si no pedimos ayuda de Dios, en vano nos esforzamos. Cuando pedimos la ayuda divina, Cristo nos amarra con un cordel por medio de Su espíritu y nos sostiene. Puede que el viento sople viniendo de todos lados, pero no sufriremos nada porque estamos amarrados por Cristo. Pero cuando el hombre no entiende que Cristo es Quien lo sostiene, ese lazo se suelta y todos los vientos que soplan lo atormentan.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. II Trezire duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 314-315)