¿Pides sólo por tus propias necesidades?
“Es necesario orar no sólo por tu propia purificación, sino también por la de todos tus semejantes, para que puedas parecerte a los ángeles”, dice San Nilo el Asceta.
Nuestra oración no debe limitarse solamente a nuestra propia persona y sus abundantes necesidades. Ya que estamos vinculados a los demás por medio de un sinfín de lazos, no podemos olvidarlos en los momentos más importantes de nuestra vida, como cuando conversamos con Dios. Por eso, nuestra oración debe abarcar también a nuestros semejantes.
La oración por los demás es, probablemente, la más auténtica expresión del amor al prójimo, porque es algo que hacemos hace aún sin que éste lo sepa. Ciertamente, muchas veces el individuo ignora cuánto se afana el alma que, desinteresadamente, ora por su bien, sin esperar nada a cambio, ningún elogio y ninguna recompensa. Y la cima de la oración por los demás es la perseverante petición por su purificación espiritual y su santificación. Esto es lo más importante, porque, sin estos dos elementos, el hombre no podría unirse con Dios. Lo demás viene por añadidura.
La oración que hacemos por los demás —en este espíritu— evoca la forma en que oran los mismos ángeles, porque también ellos rezan por nosotros. En conclusión, nuestra oración por los demás nos transforma en ángeles terrenales, en nuestra relación con nuestros hermanos. Por eso, “es necesario orar no sólo por tu propia purificación, sino también por la de todos tus semejantes, para que puedas parecerte a los ángeles”, dice San Nilo el Asceta.
(Traducido de: Arhimandrit Evsevios Vitti, Sfântul Nil Ascetul, despre rugăciune, Editura Sfântul Nectarie, p. 139)