¿Podemos pretender entender todos los misterios de Dios?
Nuestra naturaleza no puede descubrir las verdades de Dios; a lo sumo, puede aceptarlas por medio de la fe. Las cosas celestiales se entienden con una mente santa, con una mente espiritualizada, con una mente que está más allá del mundo, con la mente de Cristo.
Vendrá un tiempo en el que podrás entender algo de lo que aún no puedes entender. Por ejemplo, trata de explicarle a un niño pequeño algo que solamente un adulto puede entender. Es inútil. Muéstrale una obra de arte, enséñale lo más sublime y excelso que pueda tener la humanidad, y no te entenderá. ¿Por qué? Porque es algo que sobrepasa su capacidad de entendimiento. Lo mismo pasa con nosotros. Quien no entienda, debe saber que no ha alcanzado la medida del entendimiento. Tenemos que aceptar todo por medio de la fe, descender nuestra mente y saber que el Misterio no sufre tentaciones; tenemos que dejarnos guiar por nuestro Señor Jesucristo, por nuestra Iglesia. Si Dios quiere que entendamos más en algún momento, lo entenderemos. Si no, no. Lo que sabemos es suficiente, si sabemos descender con nuestra mente.
No podemos entender lo suficiente de las cosas de Dios. Si las entendiéramos, serían inferiores a nosotros y no las necesitaríamos. Pero obtenemos un provecho de ellas, aunque no las entendamos, precisamente porque están más allá de nosotros. Es más importante saber que algo está más allá de tu entendimiento que creer que ya lo entendiste, sobre todo si se trata de las cosas de Dios. Nuestra naturaleza no puede descubrir las verdades de Dios; a lo sumo, puede aceptarlas por medio de la fe. Las cosas celestiales se entienden con una mente santa, con una mente espiritualizada, con una mente que está más allá del mundo, con la mente de Cristo.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 78-79)