Por medio de la obediencia, el corazón empieza a sentir cada vez más la vida de los otros
Busquen cumplir la voluntad de los otros, antes que la suya. Reciban con actitud positiva cada petición de su Padre Espiritual, o las que les haga algún monje o monja. Actuando así, empezará a tomar forma, poco a poco y en el entorno que les rodea, una atmósfera en la cual el corazón se hará delicado y sensible ante cualquier movimiento interno y ante todo cambio espiritual.
La divina obediencia es necesaria cada día. Busquen cumplir la voluntad de los otros, antes que la suya. Reciban con actitud positiva cada petición de su Padre Espiritual, o las que les haga algún monje o monja. Actuando así, empezará a tomar forma, poco a poco y en el entorno que les rodea, una atmósfera en la cual el corazón se hará delicado y sensible ante cualquier movimiento interno y ante todo cambio espiritual.
Cuando nos reunamos, que cada uno le pida a Dios que nos de el espirítu de obediencia a Su voluntad y que nos bendiga a todos. Escuchen, con el corazón, a todos, no importando la edad que tengan, para distinguir cuándo es el Espíritu de Dios el que les está hablando a través del otro. En tiempos del Primer Sínodo de Todo el Mundo del año 325, el que sugirió la palabra homousios para demostrar el vínculo entre el Padre y el Hijo en la Trinidad, no fue un patriarca, tampoco un obispo o algún discípulo, sino un diácono que tenía sólo veinte años: San Atanasio. Pero, para llegar a tal nivel, es necesario mucho trabajo. Sólo por medio de la obediencia se puede adquirir algo así. Por medio de la obediencia, el corazón se hace más sensible a la vida de los demás, sus sufrimientos, sus desarrollo y sus necesidades.
(Traducido de: Arhimandrit Sofronie, Din viaţă şi din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, p. 43)