¿Por qué apartamos el auxilio de Dios cuando las penas nos inundan?
Cuando el padre lucha, cuando hace todo lo que está a su alcance para asegurarles la existencia, los hijos no tienen derecho a ser indolentes.
El estrés proviene de la preocupación sin medida. Por la preocupación y, una vez más, por la preocupación. Todos los males tienen su origen en esa preocupación exagerada…
Ante los esfuerzos del que manda, ante los esfuerzos de su padre, los hijos no tienen derecho a permanecer indiferentes. Cuando el padre lucha, cuando hace todo lo que está a su alcance para asegurarles la existencia, los hijos no tienen derecho a ser indolentes. También ellos deben ayudar, pero sin caer en exageraciones, sin decirle a su padre: “¡Hazte a un lado y déjame a mí!”. Eso es lo que hacemos nosotros, Sus hijos, cuando apartamos a Dios y le decimos: “¡Deja, que nosotros resolveremos los problemas!”.
(Traducido de: Înaltpreasfințitul Iustinian Chira, Convorbiri în amurg, Editura Dacia, Cluj-Napoca, 2006, p. 157)