Pecaste y fuiste a confesarte. Sin embargo, aún te trituran la tristeza y la desesperanza. “Me iré al infierno... ¡no hay salvación posible para mí!”..

“Detrás de la desesperanza se oculta el microbio del orgullo. Creías que no serías capaz de cometer semejante pecado”. Es decir, tenías una idea tan alta de ti mismo, que después de pecar te has llenado de tristeza, has caído en la dsesperanza, te ha asustado cómo tú, siendo tan buena persona, pudiste hacer algo así. Y te dices: “¿Cómo pude hacerlo?”. Pero el hecho que tu pecado sea un clavo más, atravesando el cuerpo del Crucificado, ¿eso no te preocupa? San Juan Crisóstomo dice: “Cuando peques, no te entristezcas por el castigo que te espera, sino por haberte hecho adversario de Dios, Quien es tan indulgente, Quien te ama tanto, que por tu salvación entregó a Su Hijo Unigénito, a la muerte.” (Homilía IV sobre la Segunda Carta a los Corintios)

(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Duhovnicul și spovedania, traducere din limba greacă de pr. Victor Manolache, Editura de Suflet, București, 2012, pp. 60-61)