¿Por qué descuidamos a nuestro ángel guardián?
¿Qué dice el “Canon de oración al ángel guardián”? “¡Oh, ángel santo, ora con todos los demás ángeles y pide por mí, que soy un pecador!”.
Con el Bautismo, cada uno de nosotros ha recibido un cúmulo de extraordinarios dones, además de un ángel custodio. Entonces ¿por qué descuidamos a nuestro ángel guardián? ¿Por qué no le prestamos la debida atención? En algún lado leí estas palabras: “Si pudieras ver a un ángel con todo el resplandor que le rodea, te resultaría imposible seguir con vida”. Nuestro ángel está con nosotros y nos cuida. Cristo se encarnó y asumió nuestra humanidad, pero no para aniquilar la naturaleza humana, sino para transfigurarla. ¿Qué dice el “Canon de oración al ángel guardián”? “¡Oh, ángel santo, ora con todos los demás ángeles y pide por mí, que soy un pecador!”. Y, en verdad, nuestro ángel atiende esa petición y ora con los demás ángeles. Él nunca dice: “¡No quiero!”.
Hay una inefable unidad entre ellos. A Dios le agrada mucho esa oración. Pero también está escrito: “Si el demonio se hubiera encarnado, con un solo movimiento de su dedo pequeño habría podido volcar el mundo, si hubiera tenido ese poder desde el principio”. Pero ya no tiene poder, solamente puede mover la punta de la cola, porque el resto de su fuerza fue destruida por Cristo. Sin embargo, se le permite que nos tiente, para que, tentándonos, podamos ser coronados; además, para que espabilemos y veamos quiénes somos. Indirectamente, el maligno tiene un rol en nuestra salvación.
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Cuvânt despre bucuria duhovnicească, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, pp. 199-200)