No es por necesidad que los hombres buscan el oro, sino por el hecho que la mayoría satisface con él sus placeres.

Tres son las causas del amor al dinero: el amor a los placeres, la vanidad y la falta de fe. La peor de todas es esta última.

El que ama los placeres ama también el dinero, precisamente porque le sirve para procurarse todos sus caprichos. El vanidoso necesita el dinero para preciarse de él. Y el que no tiene fe, para guardarlo y esconderlo, no sea que le haga falta en la vejez o en la enfermedad. Éste pone todas sus esperanzas en el oro y no en Dios, Quien es el Creador de todo y Proveedor de todos, hasta de la más pequeña de las criaturas.

Cuatro son los que cuidan el dinero: los tres de arriba y el juicioso. Pero sólo este último lo administra de forma correcta, para no dejar nunca de ayudar a los demás en sus necesidades.

(Traducido de: Sfântul Maxim Mărturisitorul, Capete despre dragoste, III, 16-19, în Filocalia II, traducere din greceşte, introduceri şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Institutului Biblic şi de Misiune al Bisericii Ortodoxe Române, Bucureşti, 2008, pp. 109)