Palabras de espiritualidad

¿Por qué insistimos en volver la vista atrás?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Créeme, le volverías el rostro a la felicidad de antaño, lleno de tedio, si se te sirviera en la mesa de hoy.

¿Hay momentos de tu pasado a los que quiseras volver, hermano? Todos esos instantes de tu vida te atrajeron como la seda y ahora están lejos, muy atrás, como una telaraña. Te salieron al encuentro con una dulzura como la de la miel, con su fragancia, y después se despidieron de ti. Todo fue ilusión, y también pecado.

¿Puedes ver cómo los riachuelos y los charcos, a la luz de la luna parecen espejos, y cómo todos los días que fueron alumbrados por tu inconstancia, se asemejan también a los espejos? Pero, cuando tú pasabas de un día a otro, esos espejos de mentira se quebraban como trozos de hielo, y tú caminabas entre el agua y el fango.

¿Puede un día que tiene un amanecer y un ocaso ser como las puertas de la casa?

Oh, luminoso Señor, mi alma se siente agobiada por las ilusiones y siente pesar por un día, por ese día sin puertas, en el cual mi alma murió y cayó en las tinieblas, justo después de Tu día, al cual llamaba “mi día”, cuando yo era uno contigo.

¿Hay alguna felicidad del pasado a la que quisieras volver? De dos pedazos, teniendo la misma dulzura, la segunda siempre es la más banal. Créeme, le volverías el rostro a la felicidad de antaño, lleno de tedio, si se te sirviera en la mesa de hoy.

Los momentos de alegría se te dieron solamente para avivarte el gusto de la añoranza de la verdadera felicidad, en el seno del siempre bienaventurado Señor. Y también se te dan siglos de infelicidad, pero para que te despiertes del sueño del engaño y las ilusiones.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Nicolae Velimirovici, Rugăciuni pe malul lacului, Editura Anestis, 2006, pp. 17-18)