¿Por qué le das tanta importancia a lo que los demás digan de ti?
“¡Que nadie hable mal de mí!”, “¡Que no inventen chismes de mi vida!”. Eso no importa. Lo que tenemos que pensar en todo momento es en lo que piensa Dios de nosotros, no el mundo.
Ahí donde no está Cristo, lo que hay es un orgullo humillado. El mal más grande del que tenemos que deshacernos es el orgullo. “¡Que nadie hable mal de mí!”, “¡Que no inventen chismes de mi vida!”. Eso no importa. Lo que tenemos que pensar en todo momento es en lo que piensa Dios de nosotros, no el mundo. Porque esa forma de pensar les ha cortado las alas a muchos valores de nuestro país. Tenemos que ser conscientes de que, sin cruz, nada es posible. El sufrimiento, de hecho, es un don de Dios. “¡Te he humillado, pueblo rumano, para poder levantarte!”.
(Traducido de: Ieromonah Benedict Stancu, Iată duhovnicul: părintele Arsenie Papacioc, vol. 2, Editura Sophia, București, 2006, p. 52)