¿Por qué le pedimos consejo a los ancianos?
La “justa medida”, tan mencionada en los escritos espirituales orientales, surge también de la profunda experiencia de la vida en comunidad, de la necesidad de aconsejarse unos a otros.
Todo lo que aparece en la esfera limitada del pensamiento individualista es, por sí mismo, carente de esa perspectiva que toma en cuenta, equilibradamente, la relación que hay en todo. Tal forma de considerar las cosas proviene, ciertamente, del enemigo, quien busca romper la creación en pedazos y hundir a cada uno en una existencia mínima, sufrida, oscura, caótica, racional y contradictoria. Se trata de un falso conocimiento, un conocimiento superficial, irreal, porque no está en el tejido del todo, en esa comunicación vital que hay en las partes de un todo. Así las cosas, la “justa medida”, tan mencionada en los escritos espirituales orientales, surge también de la profunda experiencia de la vida en comunidad, de la necesidad de aconsejarse unos a otros. La justa medida toma en cuenta todas las aristas de la realidad, todos los puntos de vista posibles. Por eso se pide especialmente el consejo de los “ancianos”, quienes han acumulado, a lo largo de los años, muchísima experiencia de vida e innumerables puntos de vista emitidos por otros tantos.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 56 la Ava Dorotei, Învățături, în Filocalia IX, Editura Humanitas, Bucureşti, 2002, pp. 501-502)