¿Por qué me siento perdido cuando viene el momento de orar?
Cuando viene el momento de orar, justo cuando deseamos presentarnos ante Dios, a menudo nos sentimos perdidos, porque no sabemos cuál de esas personalidades sociales es la persona humana verdadera y desconocemos nuestra identidad real.
Un encuentro es real, solamente cuando las dos personas que se encuentran existen en realidad. Desde este punto de vista, todos solemos falsificar una y otra vez ese encuentro. No solamente en nosotros mismos, sino que también nos resulta muy difícil ser “reales”, incluso en nuestra imagen ante Dios. De un extremo al otro del día somos una sucesión de personalidades sociales diferentes, a veces difíciles de reconocer por parte de los demás e incluso por parte de nosotros mismos.
Y cuando viene el momento de orar, justo cuando deseamos presentarnos ante Dios, a menudo nos sentimos perdidos, porque no sabemos cuál de esas personalidades sociales es la persona humana verdadera y desconocemos nuestra identidad real. Esa serie de individuos que personificamos ante Dios no son nuestro auténtico “yo”. En cada uno de ellos hay algo de nosotros, sí, pero falta la persona completa.
Por este motivo, la oración que podría elevarse con fuerza desde el corazón de una persona verdadera, no logra encontrar su camino entre los “hombres de paja” sucesivos que presentamos ante Dios. Cada uno de ellos pronuncia algo que es, de cierto modo, cierto y distinto, pero que no representa a las otras personalidades parciales que tenemos a lo largo del día. Es muy importante encontrar nuestra unidad, nuestra identidad fundamental. De lo contrario, no podremos encontrarnos verdaderamente con Dios.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Rugăciunea care aduce roade, Editura Doxologia, 2014, pp. 30-31)