A Dios, Quien nos devuelve por centuplicado lo que le damos, no le prestamos nada de lo que tenemos, sino que —por el contrario— damos todo a lo que jamás nos devolverá nada, es decir, a nuestras pasiones. ¿Por qué no le prestas al Señor, Quien seguramente te devolverá lo adeudado, sumado a un considerable interés? Probablemente porque tienes que esperar mucho hasta recibir de vuelta lo que prestaste.

Pero debes saber que el Señor no nos da Sus bondades solamente en el Cielo, sino también en este mundo: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mateo 6, 33).

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, 2007, p. 285)