“¿Por qué no me ama ése a quien yo amo?”. “¿Por qué?”. ¿Por qué? Porque nadie responde a una imposición.

Si pretendes que alguien te ame sólo porque tú lo amas, estás cometiendo un abuso, y el otro tiene el derecho de defenderse como pueda. El amor no se pretende, se da. Y eso que acabas de llamar “amor” podría ser sólo una pretensión de que tu anhelo sea satisfecho. Todos necesitamos del amor, pero no sabemos qué significa el amor. Y esto lo entenderemos sólo cuando aprendamos a respetar la creación de Dios, a ver Su presencia en todos los seres, a ver en el otro Su misterio. Hasta que esto suceda, mientras llegamos a entender que el amor se trata de un misterio, un milagro, no tenemos cómo amar.

Usualmente, cuando dos jóvenes o dos adolescentes se encuentran, esperan a que se cumplan todas las frustraciones que han tenido antes: mamá nunca me ha entendido, papá no me ama... Cada uno espera que sus expectativas sean satisfechas. Casi ni le interesa el otro. Proyecta en él todas sus necesidades y lo único que obtiene es mucho más sufrimiento.

El amor significa, cuando alguien te atrae, cuando alguien te gusta, ver a Dios en ese ícono. Cada persona es un ícono. ¡Qué hermoso se ve Dios a través de ti!

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 149)