Nuestra oración jamás se pierde, sea que Dios la atienda o no! Y es normal que no siempre atienda lo que le pedimos, porque muchas veces acudimos a Él demandándole cosas inútiles, innecesarias. En tales casos, apreciando nuestra perseverancia, Dios nos da, sin que lo notemos, cualquier otra cosa, útil y necesaria.

Quien nos diga: “¿Y qué has obtenido hasta hoy con tus oraciones?”, es un insensato. Cuando oramos, le pedimos a Dios algo que consideramos bueno. Si en realidad es o será dañino para nosotros, Él lo sabe, así que no cumplirá con nuestra petición. De este modo, nos está ayudando, porque, de lo contrario, inevitablemente tendríamos que hacer frente a un mal.

(Traducido de :Sfântul Teofan Zăvorâtul,  Călăuzire către viața duhovnicească, Editura Egumenița, p. 66-67)