¿Por qué tendría que alegrarme en las tentaciones que me golpean?
Alegrándose en las tentaciones, el hombre puede reconocer su propio progreso espiritual.
Quien sea paciente en las tentaciones tendrá más prerrogativas ante Dios que cualquier otro que haya alcanzado las más grandes virtudes. Cuando las tentaciones nos azotan, al principio es bueno pedirle a Dios que nos ayude a soportarlas; sin embargo, después debemos agradecerle, porque es por medio de ellas que Dios obra nuestra salvación. De igual forma, es necesario pedir que los malos tiempos pasen sin dejarnos algún perjuicio espiritual. La salvación no viene de otra manera, sino solamente por esta vía. Aquel que, con todo, rechace las tentaciones, se estará apartando de su propia salvación y perderá una gran experiencia; por el contrario, quien sea capaz de soportarlas con gratitud, fácilmente será librado de ellas y crecerá en experiencia. Alegrándose en las tentaciones, el hombre puede reconocer su propio progreso espiritual.
(Traducido de: Antonie Ieromonahul, File de Pateric din împărăţia monahilor: Sfântul Munte Athos, p. 286)