¿Por qué vivimos al azar y tan al límite?
Si nuestra existencia en el mundo y el proceso de la vida que llevamos tienen un sentido, ¿por qué vivimos al azar y tan al límite? Los grandes hombres, todos aquellos que han brillado en este mundo, han portado en su interior el espíritu creador y una razón superior de existir y vivir.
El hombre tiene que saber que su presencia en el mundo no es un accidente, una cosa indiferente, sino que es algo bien definido y profundo; tiene que saber que su vida no es algo frívolo, sino, al contrario, algo grave, de una gravedad significativa, tan obligatoria, que no vivimos para los placeres fáciles, sino para las aspiraciones más nobles.
Si hay una alegría de vivir, esta crece solamente sobre un terreno en el cual una severa disciplina intelectual e interior es cultivada, y en donde se sostiene la dignidad de ser hombre, eso que implica todo lo que es producto de nuestra compleja naturaleza, de una coloración trágica y sublime.
Si nuestra existencia en el mundo y el proceso de la vida que llevamos tienen un sentido, ¿por qué vivimos al azar y tan al límite? Los grandes hombres, todos aquellos que han brillado en este mundo, han portado en su interior el espíritu creador y una razón superior de existir y vivir. Sus alegrías aquí procedían del lugar y el sentido que les supieron encontrar, desde su propia auto-exigencia, significativa para toda la existencia que se impusieron.
Alguna vez tendrá que romperse en dos la historia y el ser humano será llevado al lugar donde las cosas y el mundo entero se convierten en imágenes que se pueden entrever sobre el fondo de la eternidad. La inocencia y la sinceridad, el amor y la creación se convertirán, de esta manera, en vías para llegar a la alegría, porque la vida puede vencer a la muerte.
El hombre y el mundo entero adquirirán, así, otro aspecto; incluso la más insignificante de las criaturas, la existencia más ignorada de todas puede obtener el derecho a la vida, en función de un sentido superior de la realización. Elementos y formas, dimensiones y colores, hecho y sentido, todo cambiará su condición con un nuevo fulgor.
Solamente en esta situación la alegría iluminará la faz de la mayoría de hombres.
(Traducido de: Ernest Bernea, Treptele bucuriei, Editura Agora, Iași, 1997, pp. 16-17)