Palabras de espiritualidad

Preparar nuestro cuerpo celestial

  • Foto: Claudiu Pantea

    Foto: Claudiu Pantea

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No importa cómo sean los cuerpos terrenales, si jóvenes o viejos, que no son más que basura ante los cuerpos celestiales.

«Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales. Los primeros son imperecederos, en tanto que los segundos son temporales, efímeros. Dicho en otras palabras, no importa cómo sean los cuerpos terrenales, si jóvenes o viejos, que no son más que basura ante los cuerpos celestiales.

San Hipólito el Mártir escribe: “Nosotros creemos que los cuerpos resucitarán, no en su aspecto actual, sino enteramente puros. En otras palabras, el hombre resucita con la nueva unión del alma con el cuerpo, ahora libre de toda corrupción. A cada cuerpo se le dará nuevamente su alma”. ¡Qué increíble diferencia hay entre el color de un árbol y el de sus propias raíces! Y, sin embargo, ese árbol es comprendido íntegramente por sus raíces, del mismo modo en que el árbol es comprendido por sus flores. Y, tal como la flor supera a la raíz en belleza, así también los cuerpos resucitados serán más bellos que nuestros cuerpos terrenales.

¡Alégrate, pues, hija del Señor resucitado! Y, llena de gozo, comulga de Su Cuerpo y Sangre. Con esto te estarás preparando tu cuerpo celestial, semejante al Suyo: un cuerpo que, con su fuerza y belleza, superará todo lo que se puede ver con el ojo e imaginar con nuestra mente en este mundo».

(Traducido de: Episcopul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, vol. 1, Editura Sophia, Bucureşti, 2002,  p. 280)