Palabras de espiritualidad

A propósito de la oración incesante

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Para la oración no existe un tiempo aparte: debemos practicarla todo el tiempo, en todo momento, en todo segundo.

Cuando las obligaciones laborales no te permitan practicar tu regla completa de oraciones, haz una más breve. Pero nunca ores deprisa. Recuerda, Dios está en todas partes. Por eso, agradécele, al amanecer, y pídele Su bendición, haciendo algunas cuantas postraciones. ¡Y es suficiente! Eso sí, nunca te comportes al azar con Dios. Al contrario, preséntate ante Él con total devoción. Él no necesita nuestras postraciones ni nuestras largas oraciones. Basta con un breve y fuerte llamado desde el corazón. ¡Y puedes hacerlo incluso mientras caminas!

Como verás, sí que se puede orar sin cesar. ¡Procura practicar diligentemente esto que te digo!

San Epifanio fue interrogado, cierta vez: “¿Cómo repartir nuestro tiempo?”. ¿El tiempo? Para la oración no existe un tiempo aparte: debemos practicarla todo el tiempo, en todo momento, en todo segundo. Alguien le preguntó a San Basilio el Grande: “¿Qué significa orar sin cesar?”. Y él respondió: “Mantén tu corazón en un estado de oración y estarás orando sin cesar. Que tus manos trabajen, pero que tu mente se eleve a Dios”. Los apóstoles anduvieron por todo el mundo... ¡y cuántos afanes debieron de atravesar! Pero, al mismo tiempo, oraban perseverantemente. Por eso fue que nos dejaron escrito ese mandamiento. El espíritu de la fe, de la esperanza y del saber abandonarse a la voluntad de Dios es la llama que debe arder en nuestro corazón.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Editura Egumenița, pp. 38-39)