¿Puede existir la mansedumbre sin la humildad?
La mansedumbre debe tener humildad también, porque, si le falta, es posible que en lo exterior la persona parezca afable, pero en su interior esté llena de soberbia.
El hombre humilde es también dócil, manso. Esto no significa que todas las personas dóciles sean, al mismo tiempo, humildes. La mansedumbre debe tener humildad también, porque, si le falta, es posible que en lo exterior la persona parezca afable, pero en su interior esté llena de soberbia, diciendo: “¡Todos estos están locos! ¡Que hablen lo que quieran!”.
Es exactamente el caso de aquel monje, al cual los Padres jamás lo veían respondiendo cuando le hacían alguna observación o lo amonestaban. Y, con todo, su forma de vida no les convencía. Por eso, cuando le preguntaron: “Cuando te reprendemos, ¿qué es lo que piensas, que no dices nada?”. Y él les respondió: “Me digo a mí mismo: ¡Déjalos en paz! ¡Son unos tontos!”. Es decir que los despreciaba.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 177-178)