Qué bueno sería si todos siguiéramos el camino de la Verdad…
Aunque seas humilde, aunque seas modesto, aunque seas rechazado por los demás, tienes que seguir el camino de la Verdad, el único que nos lleva a la eternidad.
Aunque seas humilde, aunque seas modesto, aunque seas rechazado por los demás, tienes que seguir el camino de la Verdad, el único que nos lleva a la eternidad.
Sí, se trata de algo que todos conocemos: ¡El Camino, la Verdad y la Vida!
Si el mundo siguiera este camino, el del cristiano dignificado por el sacrificio de Cristo, no necesitaríamos de la Europa Occidental, ni de las fuerzas de Oriente; lo único que necesitaríamos sería el cielo que a todos nos une.
Si todos fuéramos así, en la humildad, en la bondad, en el amor, toda esa fuerza nos elevaría al nivel más alto, y le demostraríamos a Europa el camino correcto, el de la salvación...
(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri duhovnicești, Ed. Eikon, Cluj-Napoca, 2011, p. 14)