Palabras de espiritualidad

¡Qué cosa tan reprobable es el egoísmo!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El egoísmo es la peor desgracia ante Dios. Es la más terrible de las pasiones, no sólo ante Dios, sino ante los hombres mismos. Al egoísta ni sus más íntimos amigos lo aman.

Nadie de quienes han inventado tantas cosas de provecho para la humanidad lo ha conseguido sin el concurso de Dios. Nuestro Señor dice: “Sin Mí no podéis hacer nada”. Dios bendijo a la humanidad para que pudiera inventar todas esas cosas que ayudan a que el mundo viva mejor. Pero ninguno de los que han creado y descubierto todo eso ha dicho: “Dios me ayudó y así fue como descibrí o inventé esto”. ¡No! “¡Yo! ¡Yo lo hice! ¿De qué Dios me están hablando?”. Así es como el hombre ha tomado el lugar de Dios. “¡Yo!”, “¡Yo!”. El egoísmo es la peor desgracia ante Dios. Es la más terrible de las pasiones, no sólo ante Dios, sino ante los hombres mismos.

Al egoísta ni sus más íntimos amigos lo aman, porque todos saben lo desagradable que es el egoísmo. ¿Qué dicen los jóvenes? “¡He estudiado por tantos años…! ¿Y ahora quieren que le obedezca a mi mamá! La pobre está desactualizada. ¿Mi papá? ¡Él no sabe nada de nada!”. Y así es como, actualmente, cada uno hace lo que le apetece. Y, ya que las ideas de cada uno no coinciden con lo que Dios quiere, estas suelen tender al mal, al dueño de este mundo. Si quieres enseñarle la verdad, (el hombre de hoy) no te deja, porque dice: “Soy una persona estudiada, culta. He pasado años enteros aprendiendo… ¿y ahora quieren que preste atención a lo que otros quieren decirme?”. Pero si no tomas en cuenta a Dios, tu mente se oscurece. ¿Qué dice la Escritura? “El principio de la sabiduría es el temor de Dios”. Cualquier sapiencia debe tener ante todo el temor de Dios, para ser una verdadera sabiduría. Pero si no tienes temor de Dios, lo que tienes es una falsa inteligencia, la inteligencia de este mundo. ¿Y quién es el Señor de este mundo? El enemigo que cayó del cielo. Dios nos ama mucho y nos dejó unas guías muy bellas y sencillas, pero ya que nos apartamos de ellas, para dedicarnos a nuestras pasiones, ahora esos preceptos nos parecen muy estrictos: “¿Cómo que debo conservar mi pureza hasta casarme? ¿Es posible algo así? ¡Definitivamente, no!”.

(Traducido de: Starețul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, p. 55-56 )