¿Qué cualidades debe tener mi futuro/a esposo/a?
La vida no puede ser reducida a algunas normas simples y crudas, pero siempre es bueno atender ciertos consejos, para evitar cometer errores y tener que enfrentar determinados problemas.
¿Cómo así, qué cualidades? ¡Pero es que no amas a alguien solamente por sus cualidades! Felizmente, el amor más importante es el de Dios por los hombres. Como sabemos, el Señor vino al mundo para llamar, no a los justos, sino a los pecadores a la contrición, y se preocupa más por una oveja perdida que por las otras noventa y nueve que están en lo seguro. En este sentido, hay un reflejo del amor divino en el marco del amor entre hombre y mujer. Puedes amar a alguien, aún a pesar de sus defectos y pecados, si esa persona tiene algo que ha encontrado eco en tu alma y tú ves en él/ella, entre todas las olas de niebla, la imagen y semejanza de Dios.
Hablemos ahora de la elección de esposo o esposa. En este caso, hay que pasar una prueba especial: el comportamiento del otro con sus propios padres. Es posible que, en algún tiempo, tu elegido o elegida se comporte del mismo modo contigo. Pero si ves que, a pesar de las peleas y discordias que tenga con sus padres, les ama en verdad, entendiendo sus debilidades, es que podrá ser un buen compañero de vida.
Fuera de esto, debes estar atento a los mismos padres del candidato o candidata. En el caso de la elección de tu futura esposa, debes conocer en primer lugar a su madre, y al padre, si estás por elegir un esposo. Si la madre de tu futura esposa no te inspira rechazo, sino confianza, este es un argumento en favor de la chica que has elegido. Pasarán algunos años y es posible que esta se empiece a asemejar a su madre, aunque esto es solamente una probabilidad. La vida no puede ser reducida a algunas normas simples y crudas, pero siempre es bueno atender ciertos consejos, para evitar cometer errores y tener que enfrentar determinados problemas.
(Traducido de: Preot Maxim Kozlov, Familia, ultimul bastion- răspunsuri la întrebări ale tinerilor, Editura Sofia 2009, p.21-22)