Que Dios sea el tesoro de tu corazón
Apresúrate en buscar la vida perdurable, esa que no envejece, esa que es eterna; guía también a todos hacia ella, en la medida de tus propias fuerzas.
No pongas tu esperanza en unos cuantos puñados de dinero, sino en Dios, porque Él se preocupa incesantemente por todo y, especialmente, por Sus criaturas racionales y hablantes que viven en devoción. Convéncete de que Su mano no cesará de ser generosa, especialmente con los que lo son también con los demás, porque el hombre nunca podrá ser más generoso que Dios. Tu propia vida es el ejemplo de esto, así como la vida de aquellos que vivieron antes de tí y que fueron generosos con sus semejantes. Que Dios sea el tesoro de tu corazón. Únete completamente a Él, como uno que ha sido hecho a Su imagen y semejanza. Huye de la podredumbre de este mundo, que no busca más que corromper nuestros cuerpos y almas. Apresúrate en buscar la vida perdurable, esa que no envejece, esa que es eterna; guía también a todos hacia ella, en la medida de tus propias fuerzas.
(Traducido de: Sfântul de Ioan Kronstadt, Viaţa mea în Hristos, Editura Sophia, Bucureşti, 2005, p.364)