De acuerdo a las enseñanzas de los Santos Padres, la desidia es el abandono y la muerte de todas las disposiciones espirituales que hay en nuestro ser. La desidia es también una animalización, la manifestación de nuestras características más inferiores y la muerte provocada por la desesperanza.

Todo esto es causado por la funesta pasión de la indolencia. Si esta consigue dominar al hombre, termina devastando cualquier programa espiritual, atándolo inexorablemente a los deseos más perversos y, finalmente, sometiéndolo a la vanidad y al amor por los placeres, que es la raíz de todo mal.

La culminación de esta depravación es el descreimiento, que, si halla sitio en el alma del hombre, solamente puede ser apartado con las oraciones y las lágrimas de los santos, unidas a las plegarias más fervientes y perseverantes del mismo individuo, además del recogimiento y la humildad. Son, asimismo, de gran beneficio, la sumisión y la obediencia, la abnegación y el rechazo a todo vicio.

(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Ed. Doxologia, Iași, 2012, pp. 40-41)