Palabras de espiritualidad

¿Qué es lo que le da valor a la mujer?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Recuerdo el relato de un filósofo que vino a ver a Sócrates. Aquel hombre se enorgullecía de tener una esposa muy talentosa. Así, comenzó a decir: “¡Tengo una esposa muy hermosa!”. Sócrates, que estaba sentado, tomó un lápiz y un papel e inmediatamente dibujó en él un cero. “Mi mujer proviene de una familia importante: su papá fue ministro”. Aquel hizo otro cero en el papel. “Mi mujer está sana, nunca se ha enfermado”. Otro cero. “Mi esposa sabe hacer muchas cosas, prepara pasteles y banquetes cuando tenemos invitados”. Otro cero...

Recuerdo el relato de un filósofo que vino a ver a Sócrates. Aquel hombre se enorgullecía de tener una esposa muy talentosa. Así, comenzó a decir: “¡Tengo una esposa muy hermosa!”. Sócrates, que estaba sentado, tomó un lápiz y un papel e inmediatamente dibujó en él un cero. “Mi mujer proviene de una familia importante: su papá fue ministro”. Aquel hizo otro cero en el papel. “Mi esposa está sana, nunca se ha enfermado”. Otro cero. “Mi esposa sabe hacer muchas cosas, prepara pasteles y banquetes cuando tenemos invitados”. Otro cero.... “Mi mujer sabe hacer bordados artísticos, arreglos florales, tejer... ¡Cuántos talentos tiene mi esposa!”. Sócrates dibujó nuevamente un cero.

Finalmente, agregó: “Mi esposa cree en Dios y le teme”. Entonces, el gran pensador dibujó un número uno a la izquierda de esos ceros. Lo que allí había escrito era, entonces, un millón. Y dijo; “¡Hasta en este momento le doy valor a los talentos de tu esposa! No cuando me dijiste que era hermosa, preparada, sana y hacendosa. Porque si le faltaba el temor de Dios, todo eso era igual a cero, nulo, nada”. Lo mismo sucede con cualquier otra mujer y, desde luego, con el hombre. Puede tener todos los talentos, puede dominar todos los oficios del mundo, puede conocer toda la ciencia del mundo, pero si le falta la fe en Dios, le falta la escuela de la sabiduría y, en consecuencia, no es más que un bueno para nada.

(Traducido de: Părintele Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 102 )