¡Qué fácilmente rechazamos a los demás, viendo sólo sus defectos!
Si tomamos una rosa en nuestras manos, la admiramos, la contemplamos... ¡No la arrojamos a la basura! Y hacemos esto con alegría, porque no nos fijamos en las espinas, sino en la belleza de la flor y su agradable perfume. Sin embargo, con nuestro semejante no actuamos así, sino a la inversa. No nos fijamos en sus cosas bellas, sino en sus debilidades y defectos. ¡Qué fácilmente nos rechazamos unos a otros!
Si tomamos una rosa en nuestras manos, la admiramos, la contemplamos... ¡No la arrojamos a la basura! Y hacemos esto con alegría, porque no nos fijamos en las espinas, sino en la belleza de la flor y su agradable perfume. Hagamos lo mismo con nuestro semejante, con nuestro compañero, que vale muchísimo más que una simple flor. ¡Al menos...!
Sin embargo, con nuestro semejante no actuamos así, sino a la inversa. No nos fijamos en sus cosas bellas, sino en sus debilidades y defectos. ¡Qué fácilmente nos rechazamos unos a otros!
(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Căsătoria, Editura Tabor, Bucureşti, 2010, p. 96)