¿Qué hace el Señor por nosotros?
El Señor recoge las lágrimas de los que lloran, con las palmas de Sus manos. El Señor acompaña a los que están en prisión. El Señor asiste a los que están enfermos. El Señor vigila los caminos oscuros y las profundidades del mar... ¿Y aún así nos pregntamos qué hace Él por nosotros?
Los hombres se han envilecido y dicen, “¿Qué hace el Señor por nosotros?”.
El Señor da vida a cada cuerpo creado. El Señor le da un rostro a cada criatura. El Señor tiene un corazón noble como de niño, desconociendo el egoísmo y la oscuridad. El Señor le da a todos lo que le piden. El Señor llena la eternidad con Su dadivosidad... Y aún así nos preguntamos “¿Qué nos da el Señor?”. Ni siquiera podríamos plantearnos semejante pregunta, si el Señor no nos diera la posibilidad de hacerlo.
El Señor recoge las lágrimas de los que lloran, con las palmas de Sus manos. El Señor acompaña a los que están en prisión. El Señor asiste a los que están enfermos. El Señor vigila los caminos oscuros y las profundidades del mar... ¿Y aún así nos preguntamos qué hace Él por nosotros?
Todo lo que le pedimos al Señor, Él nos lo da. Pero debido a que hemos empezado a perseguir más las cosas de este mundo, que las del mismo Señor, nos sentimos engañados en nuestras esperanzas, de tal suerte que nos aparece la pregunta, “¿Qué hace el Señor por nosotros?”. Como un buen anfitrión, el Señor prepara la mesa y espera a Sus invitados. Él permanece atento por si alguien llama a la puerta y está listo a abrirla inmediatamente. Alrededor de Su mesa son muchos los lugares. Quienquiera que sea el que llame a la puerta, será bienvenido. Y si nos preguntamos “¿Por qué a mí no me abrió la puerta, cuando estuve llamando?”, fue porque llamamos a Su puerta llenos de dudas, mientras a la puerta del mundo nos dirigíamos con toda nuestra fe.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Nicolae Velimirovici, Rugăciuni pe malul lacului, Editura Anestis, 2006, pp. 167-168)