Que los dos corazones compartan tanto la alegría como el dolor
Que los dos corazones compartan tanto la alegría como el dolor. ¿Por qué no habrían de conversar sobre sus tentaciones, sobre sus dudas, sobre sus deseos secretos y por qué no habrían de ayudarse mutuamente, en armonía y con palabras de ánimo? Así, vivirán una sóla vida, no dos.
Otro elemento importante en la vida de la familia es la unidad de intereses.
Ninguna de las preocupaciones de la esposa debe considerarse como algo menor, ni siquiera para el vasto intelecto del más grande de los hombres. Por otro lado, cualquier esposa sabia y fiel se interesará, con el amor de su corazón, por los asuntos de su esposo. Ella buscará conocer todos sus nuevos planes, todas sus preocupaciones, todas sus dudas. Deseará saber si cada uno de los afanes de su esposo ha tenido éxito o no; deseará conocer todas sus actividades diarias.
Que ambos corazones compartan las alegrías y las tristezas. Que compartan el peso de las preocupaciones. Que todo sea común en su vida conyugal. Deben asistir juntos a la iglesia, deben orar juntos, deben poner a los pies de Dios todo lo que les preocupe en relación al crecimiento y cuidado de los hijos. ¿Por qué no habrían de conversar sobre sus tentaciones, sobre sus dudas, sobre sus deseos secretos y por qué no habrían de ayudarse mutuamente, en armonía y con palabras de ánimo? Así, vivirán una sóla vida, no dos. En sus planes y esperanzas, cada uno de los esposos debe pensar, necesariamente, en el otro. No debe existir ni siquiera el más pequeño secreto entre ellos. Así, esas dos vidas se fundirán en una sola y los esposos estarán compartiendo pensamientos, deseos, sentimientos, alegrías, tristezas, felicidad y dolor.
(Traducido de: Cum să întemeiem o familie ortodoxă: 250 de sfaturi înțelepte pentru soț și soție de la sfinți și mari duhovnici, traducere de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2011, pp. 89-90)