Que nuestro hijo sea amigo del santo cuyo nombre lleva
Aunque elijamos para nuestro hijo el nombre de algún pariente, procuremos enseñarle la vida del santo del cual proviene aquel apelativo.
En su prédica “Sobre cómo deben educar los padres a sus hijos”, San Juan Crisóstomo nos habla sobre la forma en que debe elegirse el nombre del niño.
San Juan conocía la costumbre de bautizar a los niños con el nombre de algún pariente o de algún héroe de literarura, pero él nos aconseja a elegir el nombre de algún santo mediador, que le sirva al pequeño como ejemplo de vida. Y aunque elijamos para nuestro hijo el nombre de algún pariente, procuremos enseñarle la vida del santo del cual proviene aquel apelativo. Podemos pedirle a aquel santo que bendiga a nuestro hijo, podemos colocar su ícono en la cabecera de su camita, y más adelante le podremos relatar, al pequeño, la vida de su santo patrón.
En nuestra Iglesia hay oficios litúrgicos con oraciones específicas para determinados momentos en la vida del niño. Por ejemplo, la oración que se hace a los ocho días de nacido, cuando se le da un nombre al niño y la oración que se hace a los cuarenta días del parto, cuando el niño es llevado a la iglesia por primera vez. También en el primer día de escuela, etc. No descuidemos este valioso tesoro.
(Traducido de: Maica Magdalena, Sfaturi pentru o educație ortodoxă a copiilor de azi, Editura Deisis, Sibiu, 2006, p.23)